lunes, 15 de noviembre de 2010

Seis :)

  • ¿Un vasito de agua, señor?
Abrió el grifo, cogió la tapa del gel de ducha y la llenó hasta arriba con agua fría.
  • ¿Y usted, señora, un té? Por supuesto.
Giró la llave hacia el color rojo y dejó que el agua caliente llenara otra tapa, esta vez, del bote de laca de su madre. Luego, un poco de champú de melocotón.
  • Un té al melocotón para la señora- sonrió colocándolo junto a la esponja.
Pero, en ese momento, desde la cocina, le llegó la voz de su madre , lo cual hizo que cada centímetro de ese bar diera paso a un lugar completamente cotidiano para ella, su baño. Los platos se convirtieron en los pececitos de goma que colocaba su madre para no resbalar, la nevera en el armario de los champús y el queso en la esponja de su hermana. La señora del té y el hombre con el vaso de agua desaparecieron. Se encontró de pronto dentro de esa bañera de las mil y una aventuras, en un agua ya fría y con la piel tan arrugada como una pasa. Le encantaba ver sus dedos arrugados, ¡eran tan graciosos!
  • ¡Señorita! ¡Sal de ahí ya si no quieres que vaya a sacarte yo!
  • Ya voy, mamá
Salió del agua, se secó con la toalla y se puso el pijama.
En ese momento abrió los ojos. El agua tibia caía delicadamente sobre su piel, y volvió al mundo real. Ya no habían peces de goma, un armario con champús o una esponja amarilla. Ya no había, ni siquiera, una bañera con agua fría, ni una madre que gritara desde la cocina. Quedaban ya tan lejos todas esas cosas... pero siempre era bonito regresar a los seis años.
Se miró los dedos y sonrió con añoranza. Estaban arrugados, y eso le encantó.
  • Hay cosas que no cambian- murmuró.

1 comentario:

  1. Me encantó, yo también añoré mis seis.
    me acabo de enganchar a tus letras, escribe, escribe, no pares...

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