jueves, 18 de noviembre de 2010

Hola y adiós

Una calle atestada de gente y, de repente, choqué con alguien. Me agaché para recoger la carpeta que se había caído y devolvérsela a su dueño. Levanté la cabeza con mi mejor cara de disculpa. Ella me sonrió y se fue. Me quedé prácticamente paralizada en medio de aquella concurrida calle. No podía creerlo, eras tú.
¿Tanto tiempo había pasado para que no me reconocieras? A mí me parece que fue ayer cuando éramos aquel par de inseparables. Ahora, en cambio, no sé nada de ti. ¿Dónde está la mejor amiga con la que pasaba tardes de eternas risas?
Fueron algunos errores por nuestra parte, por eso comenzamos a distanciarnos. Pero es que dicen que todos cometemos errores, y que de ellos se aprende. Yo lo único que sé es que nosotras no resistimos todo aquello.
Constantemente me pregunto si debí hacer algo más por no dejar de ser aquel par de chicas que soñaban junto a su mejor amiga. Hice todo lo que pude, de veras, pero todo aquello me superó, y no tuve otra opción que rendirme ante la idea de perdernos para siempre.
Me encantaría que todo aquello no hubiera pasado. Que a nuestros miles de planes se le fueran sumando otros tantos con los años. Pero no pude, ni puedo, luchar contra todo, llámame cobarde si quieres.
Creo que ni a ti ni a mí se nos pasó por la cabeza un final como éste. Un final de completas extrañas. Y es que, ¿sabes? Nunca pensé que pudiera llegar a no conocerte. 

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