domingo, 28 de noviembre de 2010

Le di la espalda, no podía verlo así. Tragué saliva y, con un nudo en el estómago, di el primer paso hacia mi futuro. Fue entonces cuando él, desde ese perfecto pasado me cogió de la mano.
- Tengo que irme, lo sabes.
- Por favor, quédate conmigo.
No pude soportarlo, tuve que mirarlo. Volver a mi pasado una vez más después de todo lo que me había costado decirle adiós. Me besó.
- ¿Es un beso de despedida?
- No si tu no quieres.
- Sabes que no puedo quedarme.
- Está bien. Al menos, deja que te dé algo - sacó un cofre de madera de una bolsa - es para que guardes todos tus recuerdos y que, cuando vuelvas, pueda compartirlos contigo.
Esta vez no pude tragarme las lágrimas. Le abracé lo más fuerte que pude. Hasta en los peores momentos, él nunca dejaba de sorprenderme.
- ¿Esto quiere decir que me esperarás?
- Todo el tiempo que sea.

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