No sé si es porque el frío de ahí fuera ha empezado a calarme mucho aquí dentro, o porque el eco de unas calles sin besos ha llegado a mis oídos. No estoy segura de que sea el sonido de las gotas corriendo por la ventana de mi habitación lo que me hace parar y pensar en todas aquellas palabras que, aún con el tiempo que ha pasado, recuerdo perfectamente.
Pero es que llegó la Navidad. Sí, un año más. Y tal vez sea precisamente por eso, porque ésta es una época en la que a todos nos da por echar de menos. Un diciembre más en el que continúo dejando pasar el frío a través de la ventana, y sigo soportando todas las sensaciones que me provoca, sintiéndome demasiado pequeña aquí dentro, frente a una ciudad por la que ya no paseamos de la mano.
Es que no sé si es por mi, o porque, irremediablemente, hay situaciones que acaban por superarte, y ésta ha podido conmigo.
Dime una cosa, ¿qué fue de todo aquello?. Dónde quedaron los besos, los abrazos, las carcajadas... Dónde quedó, incluso, aquel par de palabras. Esas estúpidas ocho letras que aún no sé por qué, pero ambos llegamos a pronunciar.
Y es que, no sé si será, simplemente, que fuimos tú y yo, y que nuestras historias no estaban preparadas para cuajar del todo. Que por mucho que yo evitara que nuestras vidas no llegaran a ser nunca paralelas, al final, acabaron por serlo. ¿Y qué hago yo con todo esto que tengo y que, a la vez, no tengo? Todas las sensaciones que vivimos siguen aquí, a flor de piel. Todas las palabras que pronunciaste junto a mi oído no dejan de repetirse un solo instante.
Y es que, dime, ¿qué hago con los recuerdos que hacen daño?
Es que no sé si es por mi, o porque, irremediablemente, hay situaciones que acaban por superarte, y ésta ha podido conmigo.
Dime una cosa, ¿qué fue de todo aquello?. Dónde quedaron los besos, los abrazos, las carcajadas... Dónde quedó, incluso, aquel par de palabras. Esas estúpidas ocho letras que aún no sé por qué, pero ambos llegamos a pronunciar.
Y es que, no sé si será, simplemente, que fuimos tú y yo, y que nuestras historias no estaban preparadas para cuajar del todo. Que por mucho que yo evitara que nuestras vidas no llegaran a ser nunca paralelas, al final, acabaron por serlo. ¿Y qué hago yo con todo esto que tengo y que, a la vez, no tengo? Todas las sensaciones que vivimos siguen aquí, a flor de piel. Todas las palabras que pronunciaste junto a mi oído no dejan de repetirse un solo instante.
Y es que, dime, ¿qué hago con los recuerdos que hacen daño?