Yo fui aquella que caminó más deprisa por permanecer a tu lado, la que corría si era necesario en busca de una de tus sonrisas, y la que soñaba despierta con cada carrera.
A pesar de que no lo sepas, aunque ni tan siquiera lo imagines, cada uno de mis suspiros tenía nombre propio, al igual que cada lágrima. Ese día en el que te dije que no te alejaras de mi lado pretendía que me abrazaras con fuerza y me susurraras al oído que no te moverías un ápice. Y ese otro en que prometí no olvidarte, lo hice mucho más en serio de lo que hasta yo misma creía.

Porque me di cuenta de que las personas especiales también se marchan de tu vida, pero siempre dejan huella.
Por todos aquellos especiales que se han marchado o lo harán. Ni siquiera el tiempo consigue borrar esta clase de recuerdos.