martes, 28 de junio de 2011

Aunque ni siquiera lo imagines

Yo fui aquella que caminó más deprisa por permanecer a tu lado, la que corría si era necesario en busca de una de tus sonrisas, y la que soñaba despierta con cada carrera.
A pesar de que no lo sepas, aunque ni tan siquiera lo imagines, cada uno de mis suspiros tenía nombre propio, al igual que cada lágrima. Ese día en el que te dije que no te alejaras de mi lado pretendía que me abrazaras con fuerza y me susurraras al oído que no te moverías un ápice. Y ese otro en que prometí no olvidarte, lo hice mucho más en serio de lo que hasta yo misma creía.
Y, aunque no pienses que esto va dirigido a ti, he de decirte que, desde esa tarde de helado de chocolate y bromas, empecé a darme cuenta de que no eres esa clase de persona que pasa por mi vida sin dejar rastro, ni lo serás nunca. Tú eres esa clase de persona que, como otras tantas, se marcha, pero con una diferencia: me enseñaste. Directa o indirectamente gracias a ti aprendí que, a veces, es mejor decir adiós. Aprendí a tirar el reloj por la ventana y a disfrutar de cada momento como si fuese a repetirse eternamente. Me ayudaste a formar mi yo de hoy y, por ello, desde la distancia, te doy las gracias.
Porque me di cuenta de que las personas especiales también se marchan de tu vida, pero siempre dejan huella.

Por todos aquellos especiales que se han marchado o lo harán. Ni siquiera el tiempo consigue borrar esta clase de recuerdos.

jueves, 23 de junio de 2011

Se trataba de la noche más mágica del año

Arena, mar, pies descalzos, sonrisas, luna, estrellas, música, bailes, fuego y, sobre todo, sueños; mil y un sueños.
Esta era una noche especial, una de esas en las que se olvidan todos aquellos problemas de cada día y son sustituidos por pequeños papeles llenos de deseos en los que depositamos todas y cada una de nuestras esperanzas para que se vean cumplidos. 
Y es que, ¿qué más da si no se cumplen? Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y, en una noche como esta, todos la tenemos siempre muy a mano. Es cuestión de desconectar, de dejar pasar las horas viendo cómo sonríes y cómo todos tus problemas se desvanecen como el fuego que arde ante tus ojos. Se trata de disfrutar, de comenzar el verano con buena cara, esperando que la sonrisa que se te dibuja no se borre en los meses que quedan por delante.
Y teniendo en cuenta siempre que, algunos sueños, se vuelven realidad. Sólo por eso ya vale la pena.


Feliz noche de San Juan a todos. Disfrútenla muchísimo y no olviden la sonrisa.
Naïve

domingo, 12 de junio de 2011

Hay miradas que lo cambian todo

Avanzaba por una calle desierta mientras la ciudad dormía. A cada paso, veía desaparecer el mundo a su espalda. Todo se desvanecía, quedando tan solo ella y sus absurdos sentimientos.
Por un momento se sintió sola, pero lo sabía; sabía que él estaba allí o, al menos, todo lo que ella había podido guardar: su recuerdo. 
Y es que todos tenemos nuestro punto débil, y ella se había dado cuenta hacía ya tiempo de quién era el suyo. Desde ese día que decidió jugar todo a una sola carta; desde ese estúpido día en que optó por saltar al vacío sin medida de seguridad alguna con la certeza de que él la sujetaría en el momento exacto. Desde aquel día en el que el miedo a enamorarse desapareció, todo empezó a estar perdido. Porque él no la cogió, y ella cayó al vacío totalmente sola, al igual que ahora. 
Dicen que quien no arriesga no gana, pero ella sabía que había arriesgado demasiado, y ahora ya era muy tarde para dar marcha atrás. A partir de ese día, tanto ella como su recuerdo caminarían siempre juntos de la mano, y eso era algo con lo que tendría que aprender a convivir.